Encendiendo las últimas esperanzas de una evasión anunciada, merecida pero igual precipitada, se queman los últimos resabios de la conciencia acribillada que inmóvil e inmortal permanecía en los altares del momento, víctima de asesinas cavilaciones, soterradas traiciones e incólumes batallones de entidades maléficas, pagadas y lamentablemente cohesionadas por ideales de urdiembre fatua, vana y fútil que inservibles permanecen como el encendido carmesí del cuello de camisa en una unidimensión temporal extendible sustentadora de materialidades pretéritas, presénticas y futúricas que envolverán al mundo con un manto humeante y sangrante de buenas intenciones y modales orientales
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